En este lienzo, Kastro nos invita a explorar la dualidad entre el individualismo y el colectivismo, donde las sombras y luces se entrelazan en un baile eterno de identidades y conexiones. Las figuras se desvanecen en un paisaje de colores y texturas, creando una atmósfera de misterio y asombro. Los tonos sobrios y las formas minimalistas añaden una sensación de calma y equilibrio a la obra, mientras que los detalles meticulosamente elaborados invitan a una reflexión sobre nuestra relación con los demás y nuestra búsqueda de pertenencia en un mundo lleno de individualismo y competencia.