En esta creación, Kastro nos presenta la figura femenina como un puente entre el mundo de los sueños y la realidad tangible del café. Cada trazo es como un hilo que conecta los dos reinos, permitiendo que la imaginación se entrelace con la experiencia sensorial. La obra es un tributo a la feminidad y la creatividad, donde la mujer actúa como una musa que inspira tanto los pensamientos como los sentidos, creando un espacio donde los sueños y el café se fusionan en una danza eterna.