En esta creación, Kastro nos invita a contemplar la belleza efímera de las nubes que se forman en una taza de café, donde los pensamientos flotan como pequeñas islas en un mar de creatividad. Cada trazo es como una nube en el cielo, cambiante y etérea, llevando al espectador en un viaje hacia lo desconocido y lo maravilloso.